Dark Light

Las personas que no trabajan en el mundo del desarrollo tecnológico, o en la moderna industria de las telecomunicaciones, marketing, RRSS, etcétera, quizás les pueda sorprender y extrañar noticias cómo ésta. En ella se señala que más de la mitad de los empleados del famoso Silicon Valley, un 57% de los empleados, sufren de estrés laboral.

Sin lugar a dudas, en la segunda década del siglo XXI, se está afianzando la nueva revolución industrial del desarrollo informático. Éste será, si no ocurre algún futuro distópico, el siglo de la informática. Pero, a pesar de venir con toda la experiencia de su crecimiento en el loco siglo XX, éste sector, no ha sabido eliminar totalmente los estresores y problemas comunes que han existido y aún existen en las otras viejas industrias.

Los jóvenes revolucionarios en las primeras empresas tecnológicas intentaron cambiar la filosofía y el concepto de trabajo. Se dibujo quizás, sin lograr del todo terminar un nuevo paradigma, que evidentemente tendría que adaptarse a las nuevas necesidades laborales. Desarrollar software era algo nuevo y no podía ser igual que desarrollar libros, o salchichas. Éste nuevo enfoque industrial probablemente ha quedado a medias y afectado con los años por las fuerzas del comercio. A mayor éxito mayor presión en convertirse en una marca. Estaba claro al principio, porque era imposible si lo observamos detenidamente, que éstas nuevas empresas tecnológicas “explotasen”. No se te explota si voluntariamente haces algo que te apasionaba. Y esto, la pasión por lo que se hace, es algo que aún conserva al menos, de inicio, cualquier empleado informático. No existe informático que haya entrado a ésa industria sin que le apasionase la informática en sus inicios.

Las empresas eran vanguardistas, y cuando estás sin modelos para compararte, todo es innovación. Aquellos que estuvieron, que probablemente se arriesgaron mucho por elegir ese camino, estaban escribiendo en realidad la nueva historia industrial. Ya que, el riesgo al fracaso era enorme e inimaginable para la mentalidad de hoy, y por supuesto, las horas de trabajo carecían de medida. Era un todo o nada.

Con ello, muchas grandes empresas con grandes productos tecnológicos no consiguieron sobrevivir. El mercado se creaba con ellos. Y así, en éste medio siglo de desarrollo comercial, lo tecnológico se ha absorbido totalmente en la sociedad, y el desarrollador de software ha ido perdiendo su romanticismo, para convertirse en un sector más.

Entonces, en los comienzos de éstas nuevas empresas tecnologías, que empezaban a ser muy rentables, ya con la entrada de internet, la empresa tenía que seguir siendo de alguna forma un lugar divertido y desenfadado en donde poder ser creativo y productivo a la par. Pero todo esto, que en algún lugar puede que haya funcionado durante un tiempo, o pueda ser que incluso siga haciéndolo aún hoy, ha ido diluyéndose. Quizás el ejemplo más conocido del ideal “laboral creativo” sea Google para algunos, o al menos así se nos ha vendido la historia al gran público, y con el tiempo, han surgido otras visiones menos idealizadas. Aun así, existieron otras empresas que llevaron “el buen rollo” a niveles nunca imaginados. Quizás sea el extremo que nos marcará la medida del punto adecuado. Me refiero a por ejemplo, el caso de Atari. A continuación, invito al visionado de un documental sobre como trabajó ésta, por otro lado muy querida marca para los de mi generación, en los primeros tiempos de la revolución informática.

Lo que queremos decir es que con el tiempo se han ido diluyendo las intenciones de cambio de modelo productivo, y el mercado fagocitó éste pensamiento. La industria del desarrollo informático se ha convertido en una emulación digital de las viejas industrias, ante la entrada de monopolios bien conocidos. La competencia cada vez es mayor, y el mercado cada vez más salvaje. Se entenderá que se haya vuelto a una visión agresiva tanto en producción como en difusión, y por tanto, inevitable estrés para los empleados.

Las medidas de “humanización laboral” han sido más aparentes con el paso del tiempo. La verdadera búsqueda del cuidado e interés por parte de las empresas sobre la salud y felicidad del desarrollador se han convertido en meros guiños. Detalles freakis, y poco más.

informáticos con cascos de soldados de star wars trabajando.

Al tiempo se ha ido “apretando más la manivela” y la empresa tecnológica se ha convertido en una emulación de cualquier otra empresa de servicios.

El cambio del rol del desarrollador

El desarrollador ya no puede ser un experto en una materia. Tiene que ser un sujeto que estará en formación constante durante toda su vida laboral. Ya que su papel en la empresa ya no estará en un determinado departamento, por ejemplo, en sistemas, Back, Front, sino que tendrá que saber moverse en cualquier lugar, teniendose que convertir en Devops o Fullstack. Más allá de la velocidad frenética de aparición de nuevas tecnologías que hay que conocer, y por tanto necearía actualización profesional para no quedarse atrapado, se ha usado esta alta productividad de tecnologías como excusa para aumentar las responsabilidades laborales en el desarrollo. El hecho de la existencia de éste frenesí de aparición de nuevas tecnologías debería mostrar una actitud totalmente diferente a mi entender. Porque si mi departamento desarrolla dos tecnologías al año, ¿No debería enfocarme más en ellas? Un debate interesante que ya trataremos en otro artículo, quizás llamado, “¿La muerte del especialista?”.

Ésta necesidad de saber cada vez más tecnologías y mayor responsabilidad en departamentos en los que no estamos tan a gusto, ni somos tan talentosos, genera una profunda inseguridad y sentimiento de impostura, que, con la mayor presión por exigencia de rendimiento, acabará en inevitable estrés laboral, y a veces, depresión.

informática desesperada

Lo que estresa, no es tanto el campo laboral y sus características, sino la filosofía de la empresa, sea ésta del tipo que sea. Es decir, una empresa tecnológica puede intentar cuidar a sus empleados para que no sufran estrés, si toma medidas reales y serias al respecto. Y por supuesto, existen empresas que tienen bien claro éste asunto y desean honestamente generar un entorno de trabajo agradable, a la par que productivo.

La pseudo humanización laboral

Es aquella que aparenta velar, en sus estatutos o filosofía, por la felicidad de sus trabajadores, pero que en realidad es solo una medida propagandística y maquillada. No solo en estos casos sus empleados sienten lo contrario, que la empresa no les tiene en cuenta, sino que además disponen de una sensación, bastante incómoda, de sufrir cinismo por parte de su empresa.

Tengo un conocido que trabaja en una importante empresa internacional de traducción. Cada mañana, antes de empezar la jornada, recibe un mensaje en vídeo del CEO de la empresa. Es de obligado visionado. En él, comenta entre las constantes alabanzas a las bondades de su creación “lo importante que eres para él”, e intenta animar al empleado a darlo todo por una empresa que está pendiente de su felicidad. En realidad, los empleados entienden esto como lo que es: una forma sutil de control, aparentando interés.

Todas estas acciones propagandísticas proceden de un pensamiento “patriarcal” de la empresa, que pretende inducir una especie de “pertenencia casi patriótica con la marca”. Todas éstas medidas que aún se realizan, pertenecen a otro tiempo. El de la lucha y combate en una alta competitividad empresarial. No había tiempo para pensar globalmente, salvo en expansión económica. No existía un papel “humanista” de la empresa. Solo perspectivas de crecimiento y dominio en el sector, sin muchos escrúpulos. El mundo de dividió en tiburones y peces, que eran devorados sin compasión.

Salud de los trabajadores

Las empresas tecnológicas no deberían evaluar las horas de trabajo como si fuese una empresa de montaje. La calidad de las horas son lo importante, no la cantidad. En el mundo del desarrollo, saber que tornillo apretar es lo que vale. Invito a que escuchen el vídeo asociado a éste artículo para que entiendan lo que intento decir.

La capacidad de solucionar problemas complejos rápidamente, no se puede penalizar al compararse con las horas del Junior que todavía no se ha enfrentado a ellos, y por tanto, tardará muchísimo más. La cantidad de horas no implican mayor producción.

Al igual que las condiciones laborales de comienzos de la revolución industrial carecía del más mínimo respeto por la salud de los empleados, en la nueva revolución industrial, se tendrá tomar las medidas pertinentes para cuidar la salud de sus empleados, más allá de lo obvio, si no quieren perder sistemáticamente a los mejores por agotamiento o desencanto. La empresa tiene muchas cosas que ofrecer. Y una de ellas es “sentido”. Muchos grandes empleados no se sienten a gusto haciendo “lo que hacen”. Así, no nos debería extrañar que algunos departamentos de recursos humanos pueden llegar a buscar determinados perfiles con determinados ideales en el futuro personal. Para que no ocurran más perdidas de empleados competentes por “Objeción de conciencia”.

un minero dentro de una mina con una carreta

La jornada laboral en las minas bajó a seis horas por ley. Algunas empresas bajaron incluso a cinco o cuatro horas por día, dependiendo de las circunstancias. Éstas empresas no han perdido capacidad de producción, incluso, se ha demostrado que se ha llegado ha producir más, gracias al uso de la tecnología, y a que los trabajadores agradecen con mayor intensidad en las horas de trabajo, jornadas ligeras. La jornada laboral antigua era de nada menos que de nueve horas al día.

Las empresas no son ONGs

Por otro lado, no podemos convertir a las empresas en ONGs. Son entidades que nacen para generar beneficios. Poseen unos objetivos y una lícita ilusión de enriquecimiento. Éste artículo no pretende entrar en todos los retos que en éste siglo se tendrán que enfrentar todas las empresas, incluidas las tecnológicas. El modelo de crecimiento infinito está agotado. Y tal como indican los expertos debemos evolucionar a un nuevo modelo basado en la sostenibilidad.

Las empresas, son conscientes de que existen muchas horas laborales que no son productivas. Evidentemente, no son tontas, y saben perfectamente que hay que reformar todo el enfoque laboral. ¿Cuántas horas debe de trabajar un trabajador para que sea productivo y sostenible para la empresa?

En el mundo tecnológico existe un problema bien conocido. Las horas de un Senior son infinitamente más productivas que un Junior. La cuestión de la adaptación a la filosofía del trabajo se convierte en esencial. Entre los retos en éste sector está la adecuada adaptación y formación de los nuevos trabajadores para que sean rentables en el menor tiempo posible. Este objetivo sigue siendo polémico y está en estudio por muchas empresas.

Por otro lado no quieren pagar igual por menos horas. Es decir, muchas empresas siguen equiparando hora = rendimiento. Tiene todo el sentido para ellas que si no es necesario jornadas de ocho horas, los sueldos no pueden ser iguales. Su idea sería el doble de empleados con media jornadas, si el empleado se concentra en ellas. Pero si ya les cuesta encontrar a un empleado competente, ¿Cómo conseguir dos a media jornada?

Finalmente, las empresas no tiene que crear parques de atracciones. Tienen que ser lugares de trabajo. Eso significa que tiene que haber la justa tensión para concentrarse en lo que se tenga que hacer, con un trato amable y cordial. Esto lo piden muchos trabajadores. Respeto mutuo. Profesionalidad por ambas partes. Creo que por aquí, está el camino de unión. Las empresas tienen que conseguir dejar de ver a los empleados como “pasivos” y encontrar la forma de transformarlos en “activos”, para llegar a ese ansiado consenso entre el empleados y empresas, ante un futuro complejo lleno de retos. La verdadera humanización laboral es actuar con sentido común y responsabilidad por ambas partes. El cambio de modelo en las empresas tecnológicas no es un asunto exclusivo del sector, sino un asunto que afecta a toda la humanidad.

La tecnología es necesaria, pero lo importante son las personas. Ésta nueva revolución industrial no ha conseguido separarse, de momento, de las viejas filosofías laborales del siglo XX, que hasta ahora se siguen practicando en casi todas las empresas. Ésta situación genera el mismo estrés y rechazo hacia el trabajo, como en cualquier otra vieja industria, importando los mismos problemas al sector tecnológico. Consiguiendo que, por ejemplo, la gente válida y profesional, que no puede estar a medio gas durante su jornada, se llegue a quemar más tarde o más temprano, abandonando el barco. O, simplemente, pagando con su salud toda su implicación.

Tendremos que cambiar muchas cosas entre ambas partes. ¿No creen?

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