Dark Light

En éste artículo vamos a contar un cuento. Un relato que expresa de una forma muy bella, a mi entender, lo que es la comprensión emocional.

Muchas veces nos preguntamos como es posible que hagamos cosas que sabemos que no deberíamos. Como es posible que entendamos ciertas cosas, que estemos totalmente convencidos de ello, en apariencia, pero que luego obremos de forma contraría o indecisa. Es como si fuésemos dos personas:
Una que actúa, y otra que piensa.

Uno de los motivos que explican éste incoherente comportamiento humano, es que la comprensión intelectual y la emocional son dos cosas muy diferentes. Se parece en gran medida a la diferencia entre reconocer y recordar que tratamos en éste artículo. Parece el mismo proceso, acceso a nuestras memorias, pero en realidad, son manifestaciones particularmente diferentes, cognitivamente hablando.
Por ejemplo, los seres humanos tenemos el talento del reconocimiento facial. De hecho, es más fácil y efectivo reconocer un rostro que recordarlo.

la niña de alien después de 20 años

Generalmente, el recuerdo necesita de una construcción episódica en la que somos protagonistas o testigos del evento recordado. En cambio, el reconocimiento es recibir la información asociada instantáneamente de lo que es o está asociado a lo percibido. Dicho lo cual, vamos a intentar transmitir las diferencias entre la comprensión emocional y la intelectual.

Lo que comprendemos intelectualmente solemos recordarlo, no emana por sí mismo ante un evento que lo evoque. Lo que comprendemos emocionalmente no necesita ser recordado. Desde un punto de vista, toda comprensión emocional forma parte nosotros. Hasta que no perdemos de verdad algo no nos damos cuenta de su valor, por ejemplo, siendo así entendido muchas veces intelectualmente. Hasta que la tragedia no aparece en nuestras vidas no cambiamos ciertas actitudes, a pesar, de que hemos pensado infinidad de veces en cambiar.

Son los impactos emocionales de nuestra vida quienes marcan nuestro carácter de forma profunda, y por tanto, los trampolines de nuestras acciones. Parece ser que si no nos tocan en nuestro corazón, no se producen cambios esenciales, y ni mucho menos reaccionamos. Esto es comprender emocionalmente, algo que se es. En modo alguno se dice que ésta comprensión tiene que ser acertada. Se puede comprender hostilidad en donde solo hay ignorancia. Se puede comprender emocionalmente de forma “inadecuada o defectuosa”, pero lo que queda claro, es que ese “saber emocional”, es el que detona talento o naturalidad. Lo “recordado”, es un saber, que no parece nuestro.

Impacto emocional

Ciertamente, existen personas que se acorazan ante los impactos emocionales de la vida. Precisamente, porque se recibieron traumáticas sacudidas emocionales en el pasado, y no se desea repetirlos. Se despierta un mecanismo de defensa psicológico para aislarnos del peligro, de sentir un dolor que no tiene sentido. Tememos sentir, con toda la razón del mundo, ante nuestra notable falta de recursos. Solo el sufrimiento que se comprende nos enriquece, todo los demás apagan nuestra vitalidad.

foto de alguien agobiado

Por otro lado, es extraordinaria la emoción de alegría que genera el evento que provoca una comprensión profunda. Cuando reflexionamos ante algún asunto importante, durante mucho tiempo, y de repente, hacemos o sucede algo sin conexión y… , …¡¡Eureka!!
Fue tal la energía de comprensión que sintió Arquimedes que salió gritando su famosa palabra por las calles de Atenas totalmente desnudo. Nada de que avergonzarse teniendo en cuenta que en su cultura se vivía la desnudez masculina con otros ojos.

arquimedes corriendo

La comprensión emocional siempre está asociada a una experiencia. Rara vez ocurre ante una reflexión intelectual o lectura. El impacto lo tiene que dar la vida misma. Como en el caso de Arquimedes, que comprendió su famoso teorema sumergiéndose en el baño.

Muchos padres sufren ante la falta de acierto en la enseñanza de sus hijos. Cuando se desea cambiar un comportamiento negativo, estos padres intentan “corregirlos” de infinidad de formas. Quieren mostrarles “el buen camino o lo inadecuado de su comportamiento u opinión”.
Pero generalmente esto es profundamente insatisfactorio y contraproducente. Suele generar el efecto contrario. Parecen estar ciegos o sordos ante lo que los padres consideran que es adecuado.

Que una persona comprenda verdaderamente algo no es sencillo. Ciertas cosas solo las puede enseñar la vida misma a través de experiencias directas, o lo que se puede llamar como vivencia. Por mucho que leamos sobre el amor, es como leer sobre el sabor de una fresa. Ésta se comprende, cuando se come. No hay otra forma, “real” de saber. Lo recordado, es mera información. Y podemos estar muy bien informados, pero carecer del conocimiento integrado para ser consecuente con él.

A continuación, relataré el cuento protagonista de éste artículo. Que pretendemos mostrar con él, que solo la vida es quien nos enseña.

El Cuento del Mal Hijo

Existía hace unos siglos un padre muy preocupado por su heredero. Éste buen hombre había amasado una gran fortuna gracias a su inteligencia y sabiduría en el mundo del comercio. Pero sus largos viajes dejaron un espacio de ausencia en la educación de su único hijo. Su madre falleció en su nacimiento y fue educado por serviciales empleados. Estos carecían de la autoridad para corregir los caprichos cada vez mayores de un niño sin padre ni madre. Era más fácil consentirlo en todo. Con los años, la insolencia del muchacho fue creciendo con un gran despotismo.

Pasaron los años y el muchacho se convirtió en un apuesto joven con gustos libertinos. Solo le interesaba el dinero. Constantemente quedaba con malas compañías que le adulaban para aprovecharse de él, y gastándose todo lo que su padre le otorgaba. Pronto se manifestó su falta de equilibrio.

Hombres del siglo XIX charlando

Así, realizaba inversiones muy arriesgadas con promesas peregrinas. Su padre, para no discutir con él las pocas veces que compartían algo juntos, le toleraba su presunción de engaño. Se dejaba engañar.

Fue timado más de una vez por aquellos que consideraba sus amigos. Estos cada vez le enfrentaban más con su padre. Éste, a sabiendas de toda ésta manipulación, esperaba que algún día su hijo fuera capaz de ver por sí mismo con quien realmente andaba. Pero pasaban los años y el desprecio a su padre subía al mismo ritmo que sus deudas, sobretodo cuando le comenzó a rechazar fantásticas y desorbitadas peticiones de dinero “para sus negocios”. Parecía que había perdido a su hijo.

Llegada ya cierta edad su hijo estaba totalmente descontrolado. Seguía siendo un vividor que no desarrolló ningún interés por los negocios de su padre, ya enfermo. A sabiendas de ésta situación, vendió todos sus negocios y posesiones. Quedándose únicamente con una casa principal.
Esto fue un gran acontecimiento para su hijo. Más dinero para lapidar y divertirse. La venta de todos los negocios y posesiones fue celebrada, desatendiendo las claras señales de la pronta muerte de su padre. No sabía como enfrentarse a esa idea. Simplemente siguió haciendo lo único que sabía. Despreocuparse de todo. Parecía que no le afectaba la posibilidad de la muerte. De hecho, parecía algunas veces, que lo desease.

Fue así, en una fiesta en un burdel, cuando recibió la noticia de la muerte de su padre. Sintió algo extraño. Pero enseguida fue ignorado ante la satisfacción de disponer de toda la fortuna. Por tanto, ignoró esa extraña punzada en el pecho, y se dirigió al notario a recibir el testamento.

burdel del siglo XIX

En él recibió el testamento en forma de carta:

“Querido hijo mio:

Mi fracaso como padre es tu fracaso como persona. Nada te puedo pedir ni exigir. Ya tienes lo que tanto deseabas. Solo te ruego que no destruyas lo que tanto esfuerzo me costó acumular. Aun así, si esto sucede, tienes una última oportunidad de redimirte. En el sótano de nuestra casa hay una habitación que solo has de entrar en el caso de que te arruines. Solo has de abrir esa puerta en ese momento. Espero de verdad, de corazón, que nunca necesites abrirla. Espero que me perdones algún día.

Te quiere,
Tu padre.”

El hijo fue directamente al sótano. Su curiosidad e impaciencia siempre habían sido desbordantes. Carecía del más mínimo control de sus impulsos. Por tanto, desobedeciendo los últimos deseos de su difunto padre, fue a buscar esa misteriosa habitación e inmediatamente la abrió. Allí, vio lo siguiente colgado del techo:

Una horca

Se quedó impactado. Pensó, “¡maldito sea mi padre mil veces!! ¡maldito!!”, pero después de despotricar y romper violentamente varías cosas se echó a llorar. Por primera vez, su padre, fue duro. Nunca le había tratado con tanto desprecio a su entender. Impactado por todo esto intentó olvidarlo… …con más juergas.

Al cabo de unos años se quedó sin dinero. Los amigos ya no querían saber de él, y las deudas le perseguían. Después de una fuerte paliza por parte de unos cobradores de deudas acabó tirado en un vertedero. Llovió, y el incómodo barro le despertó. Había hipotecado su casa y la iba a perder. Estaba totalmente arruinado. No tenía a nadie.
Finalmente, se derrumbó.
Durante semanas recapacitó y recapituló toda su vida. Y de una forma extrañamente serena tomó una decisión. Se dirigió entonces a la tumba de su padre.

Por primera vez, dijo con sincero arrepentimiento:
— Padre, que razón tenías. Nunca he sabido valorar tu sabiduría y amor. Finalmente he hecho lo único que he sabido hacer. Destruirlo todo. Me he destruido a mi mismo y a tu recuerdo. He desaprovechado todo tu amor y he estado sordo a tus palabras que ahora puedo escuchar. Todas tus amorosas advertencias y consejos. – lloró amargamente – Tienes razón padre, solo me queda una salida honorable… …Siento haberte hecho sufrir tanto… …siento mucho haberte decepcionado. Nunca merecí ser tu hijo…

Cementerio de noche

Se amenazaba una tormenta en ese frío invierno. Pero el, era incapaz de sentir su crudeza. El miedo a la muerte era inferior a su profundo dolor y arrepentimiento. Deseaba reunirse ya con su padre para pedirle perdón, con la desconsolada esperanza de la existencia de la otra vida. Quería una segunda oportunidad Por tanto, se dirigió a la habitación que indicó su padre.

Sin parar de llorar colocó la silla debajo. Se subió. Agarro la soga y se la pasó por el cuello apretándola fuertemente. Se quedó quieto unos segundos que parecieron eternos. Y finalmente, golpeó la silla colgándose del techo violentamente…

De repente el techo cedió abriéndose cayendo junto a un montón de dinero, joyas y papeles. Aturdido, miró a su alrededor. Eran propiedades desconocidas, acciones de empresas, junto a una fortuna. También había otra carta de su padre.

La abrió:

Querido hijo mio:

Solo la vida podía enseñarte el valor auténtico de nuestro andar en ella, por encima de las posesiones o riquezas. Solo la desesperación podía mostrarte y revelarte lo que tan defectuosamente intenté mostrarte. Aquí tienes tu premio ante tu nueva visión de ti mismo. La mitad de mi fortuna, que era mayor de lo que imaginabas por tu desinterés en nuestros negocios. Espero que ahora, que has dado éste gran paso, sepas comenzar de nuevo. Sé que dentro de ti existe un gran amor. Espero que ahora no desperdicies ni un segundo en manifestarlo, y enseñar a otros lo que finalmente has visto. Siempre que sepan ver lo que has comprendido.

Te quiero,

Papa.

FIN

CONCLUSIÓN

Este cuento es una libre interpretación por mi parte de un precioso cuento sufí muy antiguo. En él, se intenta transmitir que a veces solo la vida puede enseñar aquello que tanto deseamos comprendan nuestros seres queridos. También muestra la diferencia entre comprender emocionalmente o intelectualmente Nuestra comprensión emocional es la manifestación de nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Así comprendemos, así somos y vemos. No es la información acumulada en nuestra memoria lo que nos hace sabios. Es lo que manifiesta el corazón ante ella.

La comprensión emocional es el tesoro oculto en todo sufrimiento. Es es único lugar en donde la estupidez puede transmutarse en sabiduría. Es el único lugar donde la humildad nos lleva a la grandeza.

Por ello, no pidamos que nuestra vida cambie. Pidamos mayor capacidad para comprenderla, sea ésta como sea. Para que no sea necesario que la vida nos sacuda, no para nuestro tormento como muchos piensan, sino para la manifestación de nuestro despertar a lo verdaderamente importante.

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