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 La psicología cognitiva y la ciencia del cerebro humano, posee interesantes semejantes a lo que aquí llamamos, filosofía cognitiva oriental, que es aquella que estudia la naturaleza y mecanismos de nuestra mente. Podríamos considerar, y así lo hacen muchas personas, que son mundos muy diferentes y alejados de toda posible unión. Ya el hecho de ser una filosofía es el principal impedimento. El método científico marca su propios límites, y es por éste motivo que no podrá avanzar más allá de ellos. Nada que cuestionar a ésta “medida del mundo” que nos ha traído tantas cosas buenas como malas. Simplemente, al menos invitar, a cierto aperturismo científico en lo teórico, para poder concebir dentro de sus normas, nuevas concepciones.

Éste artículo solo es un esbozo de éste para mi, natural acercamiento entre la ciencia del cerebro y la filosofía cognitiva oriental. Las posturas occidentales y orientales están más cerca de lo que la mayoría de las personas consideran. Eso sí, disponen de lenguajes muy diferentes y premisas divergentes. Pero un análisis meticuloso respecto a lo que significan, nos mostrarán grandes y sorprendentes coincidencias.

La filosofía oriental, no es solo religión

El primer punto a tratar, es transmitir que oriente dispone de una antiquísima filosofía de estudio cognitivo. Ciertamente, ésta filosofía se ha tergiversado y degradado dentro de la interpretación religiosa. Pero que esto haya sucedido no implica que en su origen careciese de éste prejuicio. Existe por tanto una filosofía que no buscaba la transmisión de unos dogmas religiosos, ni principios morales, sino el descubrimiento de los mecanismos fundamentales que conforman nuestra mente, y por tanto, de como percibimos nuestra realidad.

Nosotros compartiremos material que se acerque a estos fundamentos cognitivos, he intentaremos traducir su simbólico lenguaje a uno más cercano.

Interesantes coincidencias

Para mi oriente y occidente se asemejan a nuestros hemisferios cerebrales. Siendo los Urales de Asia, el cuerpo calloso de éste “cerebro terráqueo”.

mapa en el que se aprecia los urales


Esta metáfora intenta reflejar los dos posicionamientos teóricos de la historia del pensamiento humano moderno. Occidente, tradicionalmente vive en el mundo de lo medible y lo calculable. Rehuyendo de planteamientos filosóficos que carezcan de medida posible. Oriente sin embargo, ha estudiado la mente desde la filosofía más profunda, resolviendo el asunto de la subjetividad. Ha indagado durante miles de años sobre la naturaleza interna de los procesos cognitivos, y en base a ello, ha generado toda una tipología estricta de su funcionamiento y manifestación.

En esencia, pareciese que occidente mira afuera, y oriente mira a dentro. Ambas doctrinas han realizado descubrimientos sorprendentes. Pero lo que nos es más significativo, es que en el reciente siglo es cuando más nos damos cuenta que los descubrimientos de la ciencia cognitiva coinciden extraordinariamente con los principios de la filosofía cognitiva oriental.

Todos conocemos de oriente el concepto de meditación que desde hace unas décadas se ha llevado a occidente en forma de MIndfullness. Se rompió el prejuicio. Pero ésta interpretación occidental de las técnicas de meditación vipassana, es solo eso, una interpretación de una parte de la enorme filosofía oriental. Existen aún más descubrimientos para occidente en la medida que se sepa traducir a un lenguaje inteligible para una mente occidental sus enseñanzas.

Oriente ha desarrollado todo un catálogo de procesos cognitivos y conclusiones, que ahora la ciencia neurológica comienza a confirmar si se tienen en cuenta. Vamos a analizar algunas validaciones científicas de algunos principios orientales.

Uno de los más llamativos, es la validación científica de la ausencia de una verdadera voluntad consciente, es decir, de la ilusión del Yo. La percepción de una voluntad capaz de tomar decisiones conscientes es una ilusión. Para comprobar ésta validación científica invito a observar el documental asociado a éste artículo. No olviden recargar la página para poder ver el vídeo desde el principio, o en todo caso, viajar a Youtube para su cómoda visión.

La siguiente validación por parte de la ciencia del cerebro, es la participación activa del mismo en la creación de nuestra realidad. Esto no es nada nuevo en el pensamiento occidental, ya que ya Kant lo estableció con su fenomenología, pero la ciencia ha tenido que pasar por su prejuicio empirista, hasta llegar a confirmar que la realidad no es “tal como se conoce”, sino que es una construcción de nuestro cerebro. Se trata de una maquina que crea su propia película. Nada de lo que percibimos está fuera.

La bandera

Dos monjes Zen

“Un Maestro observaba a sus discípulos discutir ante la contemplación de una bandera. Uno de ellos decía:

– El viento mueve la bandera, es algo evidente – afirmó con seguridad

– Para nada es así. – contradijo – Es la bandera lo que se mueve.

Para saber quien tenía razón, se giraron hacia su reverenciado maestro y uno de ellos le dijo.

– Estimado maestro. Yo digo que la bandera se mueve, en cambio mi compañero de sendero dice que es en realidad el viento lo que se mueve. ¿Podrías decirnos quien de los dos tiene razón?

El Maestro les miró fijamente a los dos. Y con una suave sonrisa dijo:

– Los dos estáis equivocados.

La cara de asombro de los discípulos era evidente.

– En realidad, – continuó el maestro – Es vuestra mente la que se mueve. “

Como podemos comprobar en éste cuento Zen, de cierta antigüedad, existen claras coincidencias a como nos describe la ciencia cognitiva nuestra percepción de la realidad.
De hecho, el concepto de Maya, se refiere precisamente a esto. Es decir, la realidad es una ilusión generada por nuestra mente. No significa que no tenga importancia en nuestra vida lo que percibamos, sino que nuestro cerebro no nos muestra la realidad tal como es, sino tal como imagina que es.

Comprobamos entonces que es un problema de entendimiento con el lenguaje usado entre culturas, y no tanto de principios o descubrimientos opuestos.

La idea del Yo

El Yo es otra ilusión, es algo que carece de sustancialidad, es otro efecto de Maya, o dicho de una manera más precisa,
Es una imagen o concepto que se crea en el cerebro, y a la cual nos identificamos.

Precisamente, el Constructivismo en Psicologíaplantea precisamente que el conocimiento es una construcción propia, y en ello incluye a todo aquello que creemos ser, es decir, también a nuestra propia imagen.

Entonces, el yo es una construcción dinámica, variable, hecha de partes, y por tanto, con posibilidad de ser moldeado en el tiempo, ya que es carente de entidad en sí misma. Si confundimos a nuestra imagen, como a nuestra verdadera esencia, entonces, Conocedor y lo conocido son la misma cosa.

Interesante comprobar como otros filósofos orientales llegaron a las mismas conclusiones por diversos caminos, como por ejemplo, el gran Juddi Khrisnamurty.

Conclusión

A través de la ciencia honesta de la Psicología Cognitiva y la Neurociencia, tenemos la posibilidad de descubrir como nuestro cerebro genera los contenidos que conforman nuestra existencia. Y a través de la filosofía oriental, podemos descubrir nuevas formas de comprender nuestra percepción del mundo. La filosofía cognitiva oriental da mucha importancia a las propiedades de la atención, como catalizadora de las propiedades cognitivas. Es ella quien configura las propiedades de los objetos. Como aspecto dinámico de la consciencia, puede llevarnos a mundos cognitivos más estables y eficientes, y no los ya conocidos fragmentados e inestables del mundo occidental.
La gran diferencia con la actual ciencia es su fijación teórica en el contenido mismo del proceso mental, es decir, el pensamiento y el contenido de la mente, y no concibe o ve, el espacio contenedor de las experiencias. Le falta una teoría del vacío cognitivo, una aceptación de la nada de Sartre, por la cual el ser humano es un espacio que pretende llenarse “de lo otro”.

«… la nada no se nadifica, la nada “es nadificada”. Así pues debe existir un ser –que no puede ser el en-sí-, que tiene como propiedad la de nadificar la nada, sostenerla con su ser, apuntalarla permanentemente con su existencia misma, un ser por el que la nada llega a las cosas».

Sartre

La consciencia es un espacio, equivalente al espacio físico de nuestro universo. La ciencia cognitiva tendrá que determinar ésta hipótesis para avanzar conjuntamente con el pensamiento oriental, o seguir separados. En todo caso, en éste espacio intentaremos reconciliarlos, mostrando en lo que ya coinciden, lo acepte o no, el orgullo científico. Considero que tal acción enriquece y colorea nuestras capacidades de entendimiento de nuestras experiencias y nos abre al encuentro de respuestas a viejas preguntas.

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