Dark Light

Según aquí se define, el síndrome del impostor, es la incapacidad de asimilar el éxito o el logro personal por mérito propio. Este sería el significado general dentro de la psicología. Pero existe otra interpretación particular dentro del mundo del desarrollo de Software. Considero que es un tema muy importante de tratar, y que es muy adecuado para inaugurar ésta sección, que personalmente me ilusiona por encima de las demás. Me ilusiona por ser también desarrollador web, y por tanto, aquí impregno mis dos pasiones: El desarrollo informático y el mundo del Coaching personal. Sobre el tema protagonista, redactaré el artículo en primera persona. Al ser “saludable víctima” de él.

La dignificación del síndrome

Pienso que éste “síndrome” no debería desaparecerme nunca. Si es que en realidad uno ama a ésta profesión, debería normalizarlo. A mi entender, el síndrome del impostor en la informática, lo sufren aquellas personas que se consideran todavía carentes de recursos para afrontar con seguridad y garantías el reto que se le plantee. Todos estaremos de acuerdo que uno se siente seguro ante lo conocido, ante aquello que puede repetir, reproducir, anticiparse.


Si la tarea a la que me tengo que enfrentar es parecida o igual a la que estoy acostumbrado, difícilmente me sentiré un impostor. Porque seré sistemático. Aplicaré “mis protocolos de desarrollo”. ¿Son problemas conocidos? Análisis, encuentro el lugar del error y lo corrijo. ¿Son proyectos creativos similares a los que estoy acostumbrado?, usaré el lenguaje de desarrollo en el que estoy más cómodo, usaré la arquitectura acostumbrada, MVC por ejemplo, mi entorno de desarrollo favorito, buenas prácticas, test, en fin… …todo conocido y cómodo.

Si el trabajo de un desarrollador es siempre igual, puede sufrir el síndrome del impostor desde otra perspectiva. Cuando empiece a aburrirse, cuando empiece a quemarse, deseará cambiar, deseará nuevos retos. Sin embargo, al hacer siempre tareas conocidas muy determinadas, ha perdido agilidad y confianza en comenzar cosas nuevas. Y, entonces, sentirá ser un impostor, se sentirá no capaz de afrontar nuevos ratos laborales. En la vida todo tiene un lado malo. Si no hacemos deporte engordamos. Si hacemos siempre lo mismo, seremos solo buenos, en eso. Solo en eso.

Hubo una época en la que un desarrollador podía vivir perfectamente de la materia a la que se había especializado sin mucha presión ante un entorno que generalmente desconocía profundamente su trabajo. Por ejemplo, se podía encargar de la gestión de la bases de datos de una empresa, y poca cosa más. Su departamento estaba aislado de todos los demás, y con los años se convertía en un personaje extraño en la empresa, absolutamente imprescindible. Nadie cuestionaba lo que hacía porque nadie sabía, si lo que hacía, estaba bien o no.

Otros desarrolladores de software trabajaban solos y a su manera. El código era solo entendible para él, y de nuevo, se convertían en personajes totalmente imprescindibles. No se cuidaba el desarrollo “pensando en los demás”. Se hacía, y si funcionaba, se dejaba. Y si fallaba algo, se apuntalaba. Y así, líneas y líneas de código, que convertían a los proyectos en esfinges gigantes totalmente indescifrables.

pantalla de codigo

Las cosas han cambiado.
Ahora mismo un desarrollador informático tiene que saber de todo y no puede dormirse en los laureles de aquello que conoce, de aquello que hace “mejor que los demás, de aquello que “le encanta hacer”. Y por supuesto, se acabó el hacer las cosas como uno quiera y cuando quiera.

El código tiene que ser sostenible. Se acabó la anarquía solitaria en el desarrollo, Por muy bien que uno pudiese hacer las cosas, ahora existen metodologías ha las que hay que ser fiel. Filosofías de desarrollo diferentes en diferentes empresas. Por primera vez, un desarrollador tiene que ser adaptativo, flexible, dinámico y multi-disciplinar.

La muerte del expecialista

Con los años, la figura del especialista se ha perdido, creando perfiles cada vez más inflados de competencias y conocimientos tan abstractos que todo vale: Un FullStack un DevOps, lo que antes hacían tres ahora lo hace uno.
Daré un ejemplo que creo que es muy ilustrativo del estrés de éste asunto.

Imaginaos un negocio de hostelería relativamente grande.
Éste tendría a un par de cocineros con sus pinches, unos buenos camareros para servir las mesas con su jefe de sala, jefe de barra, encargado, relaciones públicas y servicio de limpieza. Supongamos que de repente, se exigiese a un extraordinario camarero de sala que, de vez en cuando y según la necesidad, tendrá que trabajar en barra, en cocina, controlador de accesos, relaciones públicas y limpieza del local. Este buen camarero no se defiende mal en otras materias, pero por ejemplo, se siente muy inseguro en la cocina, no le apasiona, y como se entenderá, su trabajo excelente en sala, no se reflejará en las demás tareas. De hecho, cada vez que es llamado a cocina, se siente como un impostor.

Camarero con seis brazos

Pues a mi entender, esto es lo que sucede en el mundo del desarrollo informático. Se mató al especialista. El estrés puede llegar a ser muy grande porque nunca se estará satisfecho con los conocimientos que se puedan llegar a disponer, ni con la experiencia que se haya podido lograr. Llega un momento en que muchas veces, ¡No repites dos proyectos iguales! Con grandes dificultades para encontrar una zona de confort. Constantemente nos enfrentaremos a nuevos retos, nuevos ambientes, nuevos problemas desconocidos, y además, no se podrá decir que no. Se ha conseguido generalizar ésta circunstancia. Tenemos que saber de todo, porque saber mucho de una cosa o dos, es antiguo. Existen infinitos tutoriales en internet para hacer cualquier cosa, al alcance de cualquier desarrollador. Uno no puede decir que la información no existe. Está todo. No hay excusas.
El rechazo a una tarea podría interpretarse además como sinónimo de “poca profesionalidad”, o peor aún, desgana o incompetencia laboral. ¿Cómo medir nuestro trabajo? ¿Qué carta de esfuerzo utilizo? Dependiendo de la suerte del desarrollador Junior, la presión y el agobio puede ser muy, muy fuerte.

Un desarrollador profesional tiene que saber diseño gráfico, edición de imágenes, Front y Back dominados, SEO, Sistemas, virtualidad, marketing digital, usabilidad, creación de historias de usuario, micro-informática, redes, maquinas virtuales, docker, kubernate, lenguajes de servidor, Javascript, htlml, css, para el cliente, entornos de desarrollo, todos los principales frameworks, conocer las buenas prácticas, Programación en base a Test, documentar adecuadamente, metodologías ágiles, dominar las librerías fundamentales, todas las bases de datos relacionales o no, data science, inteligencia artificial, desarrollo para dispositivos móviles, y no se me ocurre nada más…

Además, si nuestro conocimiento puede ser superficial, como es el mi caso, todo es siempre mejorable, todo merece una segunda pasada a todo nos gustaría gastar más tiempo, todo lo realizado es “refactorizable”, mejorable, profundizable… ¡El código siempre podrá mejorar ante nuestra falta de especialización!
Cuando uno empieza a programar, uno se puede sentir un poco como Brahms que tardó 22 años en realizar su primera sinfonía, nunca satisfecho.

¿Aprender constantemente es malo?

La lista creada anteriormente dista mucho de estar adecuadamente redactada. Es mejorable. Y buscar esa mejora, realizar algo, ver que funciona, y mejorarlo después, es uno de los principios más enriquecedores de ésta profesión. Ahora bien, sin presión. Porque en todo esto el único problema es el de siempre, el tiempo. El valor más importante de la vida, que, un programador descubrirá inevitablemente. Saber que uno no hace las cosas perfectas para mi es motivador. Porque hacerlas perfectas es dormirse. La vida es buscar la mejora constante. Eso es evolucionar. Cuando uno más sabe más sabe además, lo que uno, no sabe. El sentimiento de impostura es una buena señal. Es la consciencia del infinito. En éste sentido, ser mediocre es una bendición. No puede aburrirse uno jamás. Y el precio a pagar es la falta de una absoluta seguridad.

Si todo esto no es suficientemente intimidante, está la cuestión de que cada vez que miramos fuera, es decir buceamos por la red, siempre encontramos a gente que es un crack en la materia. Miremos donde miremos siempre hay alguien que lo hace mejor. Esto es así, porque cuando uno tiene un conocimiento medio sobre algo y busca información, generalmente acaba en lugares especializados. Y claro está, la sensación de mediocridad se acrecienta en cada búsqueda de internet. En realidad estamos pecando de otro sesgo importante: El efecto halo .
Consideramos que esa personas que sabe tanto sobre una materia, sabrá por igual de otras materias que nosotros sabemos. La realidad es que raramente pueda ser así.
Al tratar con expertos solo de las materias que saben, desconocemos todo lo que ellos no saben, y que nosotros, al menos, algo sabemos.

Ser mediocre en el mundo del desarrollo informático es saber muchas, muchas, muchísimas cosas. La media en éste caso, es absolutamente digna. Y por tanto, deberíamos desconfiar del desarrollador que no está intimidado. Porque el lado tenebroso de éste síndrome del impostor es el exceso de confianza. Algo terrible en nuestro trabajo.

El síndrome de Dunning Kruger

Para terminar sobre éste síndrome veamos al síndrome contrario. Es decir, aquel que siendo incompetente se cree mejor que los demás. No estamos hablando de esos genios o monstruos de la informática, que, con una absoluta falta de modestia, nos restriegan sus habilidades de forma humillante. Aun así, todo genio tiene su talón de Aquiles. La ausencia de modestia implica la ausencia de la atención necesaria, para, por ejemplo, evitar despistes. La diferencia, es que a él o ella, probablemente, se le perdonará. A nosotros no.

Meme de julio iglesias

Pues bien, pueden ser insoportables pero no estamos juzgando aquí como son como personas. Solo los tendremos que aguantar en la cena de empresa. Nos podrá desagradar la prepotencia de Cristiano Ronaldo, pero ello no elimina el reconocimiento de su talento. Entonces, ¿Qué perfil es éste Kruger del que estamos hablando?

Estamos hablando de esos otros personajes que, después de alardear sus virtudes y maravillas en el oficio, nos encontramos con lo siguiente:

  1. Se comprometen a proyectos con más motivación que nadie, pero a la hora de la verdad los dejan colgados o a medias.
  2. Trabajan poco y necesitan constante apoyo.
  3. Ocultan sus errores, o peor, culpan a los demás de ellos
  4. Carentes de pensamiento crítico respecto a sí mismos.
  5. Lo saben todo.
  6. Nos tenemos que adaptar a él o ella.
  7. Defienden argumentos superficiales por encima de la efectividad de otro compañero.
  8. Ansían el protagonismo.
  9. Molestan o son impertinentes.
  10. Hacen las cosas de la única manera que saben. Por mucho que se les diga lo contrario, al final, harán lo que ellos quieran.
  11. No escuchan.
  12. Vagos cuando nadie les ve.
  13. Desinterés por las buenas prácticas.
  14. Perezosos intelectuales.
  15. Amigos de bromas pesadas.
  16. Impertinentes.
  17. Pelotas.

Tener en un equipo de desarrollo a un personaje así, si que es un grave problema. El consuelo como desarrollador es que él o ella tendrá más problemas que nosotros a la larga. Eso sí, a la larga. Porque si nos toca empezar con ellos, quizás paguemos el pato nosotros en alguna situación, si la empresa es incapaz de detectarlos. Pero, por muy mala que haya sido la experiencia, al menos nosotros, tendremos la consciencia bien tranquila. Si la empresa no es capaz de discernir quien suma o quien resta en su empresa, y nosotros somos culpables haciendo bien las cosas… …entonces nos hacen un favor si nos echan de ese lugar.

Por tanto, los impostores como yo, quizás no sabremos mucho, quizás nos quede mucho que aprender, pero amamos la profesión. Y mientras amemos a nuestro trabajo seremos siempre personas adecuadas para él, aunque nunca destaquemos. Por tanto, no es malo sentir que uno no está preparado para la nueva tarea que se nos presente, es lo normal, es lógico en estos tiempos.


Veámoslo como las cosquillas de la aventura. Como el respeto a las alturas o al “noble enemigo”. Es para mí, la señal de respeto hacia una profesión enormemente complicada y exigente. Por tanto, saldremos del armario y diremos… ¡Soy un impostor informático! Y espero que dure mucho tiempo…

NOTA IMPORTANTE


Qué a nadie se le ocurra transmitir esto en una entrevista de trabajo. Ya sabemos que para ser el adecuado tenemos que ser Superman. No podemos mostrar debilidades, la honestidad está muy mal valorada. Es una pena que sea así.
Todo el mundo sabe que es una mentira, el emperador está desnudo, pero nadie se atreve a decirlo.
Es una pena que no se premie la honestidad y la motivación por la mejora constante, y en cambio, ante el mismo CV, se elija al mejor vendedor de humo. Como si sirviese de algo para la empresa disponer de alguien con buen marketing personal.
El marketing personal, solo sirve para encontrar trabajo, no te convierte en mejor trabajador.
Espero que algún día las empresas se den cuenta de esto, y apliquen de una vez por todas, el necesario sentido común. Mientras tanto, habrá que aprender a vendernos, que remedio. No queda otra. Por tanto, en ése caso, en ese momento de la entrevista, el síndrome del impostor no existe.

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