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La Profesionalidad como motivación. Porque la atención y cuidado en nuestro trabajo nos enriquece

La gran mayoría de personas necesitan de una motivación exterior para funcionar. Ya sea en forma de unos objetivos de mejora en un futuro, un sueldo aceptable o promesas de ascenso, o cualquier elemento mejor en un mañana.

Ésta motivación tiene un problema. Es dependiente. Y por tanto, si no encontramos las promesas suficientes, podemos entrar en un proceso de quemado laboral. El conocido síndrome de Burn out.

Existe otra forma de motivación. Una que se enfoca en nuestro crecimiento y mejora constante, que plantea la necesidad de cariño en todo aquello en lo que seamos responsables. En todo aquello que caiga en nuestras manos.

¿Por qué esto es importante? ¿Por qué no solo es una invitación de mejora personal? Veamos unos ejemplos para su mayor comprensión.

Supongamos que somos Fontaneros-as o cualquier otro oficio artesano. En el que creamos con nuestras propias manos alguna obra o mejora.

cuarto de baño

Veamos tres trabajos realizados:

  1. En éste, no te pueden pagar lo que pides, pero lo aceptas.
  2. En éste, te pagan más de lo que pides, muy por encima de lo que realmente vale.
  3. Éste es un regalo, tu decides si aprecias a la persona o no, o si es un compromiso familiar, amistad, etcetera.

¿En cuál trabajo nos enfocaremos más y realizaremos la tarea con el intento de mayor profesionalidad? Lo habitual, si las personas son honestas, es que reconozcan que se esforzarán más en el segundo.

Ahora pasa el tiempo, y existen personas que observan el fruto de nuestro trabajo. Ése baño. ¿Cuál es el resultado?

Cuando ven el trabajo en el primero, ven que está mal hecho. La persona buscará a otro profesional. Lo mismo, sucede con el tercero, que es justificado por haber sido gratis. ¿Y qué pasa con el segundo? Preguntó el precio y dijo.. “ah vale, por ése precio conozco a alguien que lo hace igual pero más barato”.

¿Qué conclusión sacamos de esto?. La falta de amor a nuestro trabajo nos ha hecho perder dos clientes. El tercero, era inevitable perderlo con ese precio.

Quizás éste ejemplo no satisfaga a todo el mundo. Es normal carecer del pensamiento de búsqueda de beneficio a largo plazo, y por tanto, no impresione. Así que vamos a realizar otro ejemplo.
La gente, generalmente, suele justificar su falta de profesionalidad por estos clásicos motivos:
Me explotan como trabajador. Me pagan menos de lo que toca. A veces, incluso, por debajo de lo legalmente establecido, como sucede habitualmente en mi país.
Todos lo hacen así, yo no voy a ser el tonto que trabaje más.

No vale la pena esforzarse

Pues bien, supongamos que llevamos a nuestro hijo a una guardería. Y, sucede en él, un suceso grave por desantención del personal.

¿Nos sería excusa razonable y aceptable que nos dijeran que a los trabajadores están mal pagados como justificación del error? ¿Qué hacen muchas horas? ¿Qué, todos lo hacen así?

Si en tu trabajo no nos valoran y nos explotan, mientras trabajamos en él, buscamos otro. Lo asumimos como circunstancias temporales. No sabemos cuanto tiempo estaremos trabajando allí, pero sabemos que en el momento no surja una oportunidad, la cogeremos. Pero, por mal que sea la cosa, por mucho que nos toque estar ahí, no perderemos jamás nuestra profesionalidad. Porque, si se pierde la profesionalidad por un mal sueldo, al final, es el sueldo que nos merecemos.

Esto es la motivación intrínseca. Aquella que nace y muere en sí misma. En la que mi motivación por realizar bien mi trabajo no nace de nada exterior, sino que es una decisión de mejora personal.

Y por supuesto, esto no significa que se tenga que aceptar situaciones de abuso. La necesidad nos obligará a aceptar trabajos en malas condiciones, pero ello no debe de limar nuestra profesionalidad.  Son pruebas de auto confianza, de fortaleza y reafirmación de valores personales. Se aceptarán éstas condiciones, hasta encontrar ese lugar en donde realmente se desee hacer bien las cosas. Por cierto, es igualmente costoso para las buenas empresas, encontrar al verdadero profesional, que no haya entrado en el pesimismo y abandono de su oficio por alguna mala experiencia laboral.

Empresas que valoran al profesional

Lo difícil es encontrar a éstas empresas que realmente desean hacer bien las cosas. Y por cierto, es igualmente costoso para ellas, encontrar al verdadero profesional que no haya entrado ya en el vicio del abandono de su oficio. La vida económica es vaporosa. Una buena empresa puede desaparecer no por ser mala, sino por circunstancias ajenas a su calidad. Ésta alta volatilidad en las empresas, es lo que invita a los inversores a crear proyectos sin amor ni cuidado. Solo se buscan formas de rápido crecimiento, de fácil enriquecimiento, para después desecharlas cuando ya no lo generen.

Que esto sea así, no significa que todas las empresas sean así. Y al igual que hay verdaderos profesionales también hay verdaderas empresas. Quizás no sean las que más pagan. Quizás no sean las más famosas. Pero sin duda, serán lugares en donde se crecerá a gusto en ellas, siempre y cuando, sepamos amar al hecho de ser profesional. 

A amar lo que hagamos, bajo cualquier circunstancia. Sea, lo que sea, y donde sea. Esto es la motivación intrínseca.

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