Dark Light

La imagen que nos evoca la meditación es en forma de un monje budista sentado en la posición de loto. Pero existe otra forma de meditar que, las personas que disponen de talento suelen ejercer sin saberlo, cada vez que se “pierden” en su habilidad. Son estados de profunda concentración. Entonces, tradicionalmente en oriente nos indican que existen dos formas de meditar. La más conocida es la meditación interior, que es aquella que todos tenemos en mente. La otra se llama meditación exterior, y posee el nombre en sánscrito de Karma Yoga, traducido como “meditación en la acción“. Para entender mejor de que se trata mejor leer las palabras de un experto. Según nos indica Sesha:

“La práctica externa que propone la tradición Advaita se basa en el hecho de que es posible realizar la acción sin que exista realizador. El realizador que se asocia a la acción es quien impide situarse claramente en el presente. Despersonalizar la acción no es destruirla, tal como la película proyectada en un cine no se destruye por estar concentrados en ella.”

Sesha

Existen multitud de actividades en donde se nos induce de forma natural estados de concentración. Una de las más comunes, siempre y cuando ya tengamos integrados los hábitos, son las deportivas.

Jugador de futbol pasando un balon

“Cuando se practica un deporte o se realiza una acción que nos gusta y en la que somos diestros, la atención se posa sobre el evento de tal manera que se produce la concentración sobre el suceso. La atención posada sobre un suceso cualquiera en forma de concentración despersonaliza espontáneamente tal suceso. He aquí la magia del presente: hay acción sin actor.

Podrás, entonces, practicar el deporte, desde esgrima o náutica a escalada de montaña, no importa. Siempre y cuando exista una intensa atención sobre el evento, la acción misma espontáneamente se despersonaliza, esto es, el yo momentáneamente se diluye.”

Sesha

No solo con el deporte se puede practicar Karma Yoga.
En todo aquello en lo que dispongamos de cierto talento con la acción, siempre será posible. Ahora bien, debemos entender que cuando estamos en modo de aprendizaje, es decir no somos diestros en la acción, el estado de flow es lógicamente imposible de alcanzar. Salvo que dispongamos ya de cierto talento, en la actitud de entrega al aprendizaje mismo. Es decir, no nos enfadaremos ni nos quejaremos ante nuestras torpezas.

Todas estas reacciones “personalizadas” son contrarias al estado de Karma Yoga. En cambio, podemos concentrarnos en aprender. Si vemos a un entrenador profesional en cualquier deporte, comprobaremos que no deja que sus jugadores desfallezcan ante el error, y les obliga, una y otra vez, a seguir y seguir, para que no exista demasiado cuestionamiento psicológico en el error o fracaso. No permite la desilusión, la queja, o el abandono. Concentración siempre, ante el error o el acierto.

Por tanto, en lo que uno no sea aún diestro, se tendrá que desarrollar la habilidad misma en base a la integración de los nuevos hábitos. Ello implicará disciplina y esfuerzo, inevitablemente. Ahora bien, si realizamos las acciones de aprendizaje concentrados en la actividad, aceptando los aciertos como los errores por igual, la época de aprendizaje dejará de ser tan costosa y fatigosa en su práctica. La aptitud es aprender. No nos interesa el resultado, sea éste acertado o no. El resultado es un mero indicador de la profundidad de nuestro aprendizaje.

Entonces…

El esfuerzo solo existe si realizamos la acción con sentido protagónico en ella.

Las acciones en las que no existe el sentido protagónico en ellas, son altamente relajantes y desestresantes. De hecho, sin que nos demos cuenta de ello, solemos buscarlas en nuestro día a día. Son esas acciones y actividades en donde nos despersonalizamos para descansar del estrés emocional que nos proporciona la vida. Piensen en las actividades que más gocen. Seguramente, estarán despersonalizados, siempre psicológicamente hablando, en ella. ¿Están ustedes en su cabeza, mientras realizan lo que les apasiona?

Con nuestras actividades domesticas, también podemos concentrarnos y diluirnos en la acción. En la tradición Zen, existen una gran variedad de actividades cotidianas en las que se exige una extrema concentración en la acción. El excesivo celo en las mismas es precisamente para convertir estas actividades cotidianas en verdaderos ejercicios de meditación exterior.

Algunos ejemplos:

Ceremonia del Te Japonesa
Cocinar Zen
Este monje budista mejorará tus tareas

Invito a que realicen éstas actividades buscando la mayor eficiencia en ellas. Ya que, les exigirá concentración. Y si usted es capaz de concentrarse en actividades que son rutinarias, encontrará en las rutinas su descanso. Comprenderá el viejo adagio Zen:

“Descanse en la acción”

Proberbio Zen
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